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martes, noviembre 29, 2011

De la demagogia y el populismo hay quien hace un modismo


Últimamente se estila mucho eso de rebatir ante una divergencia relativa a
política espetando "eso es demagogia y populismo", tirando a la cara del
interlocutor ese boomerang que tanto se viene escuchando de un tiempo aquí.
Lo oigo en todas y cada una de las tertulias radiofónicas que se precien, las televisivas, redes sociales e incluso en las discusiones de café al uso.
Resulta fácil y ostentoso acusar a aquel que se queja y denuncia lo que a todas luces viene siendo un despropósito o una onerosa irresponsabilidad o un fragante abuso de poder, entre otras barbaridades, de no aportar más que la queja y la denuncia. Y parte de razón no les falta, puesto que la crítica per se puede llegar a convertirse en vicio y pifio, sin contenido ni sustancia y no hay nada más cansino que el pitufo gruñón con su constante cantinela de queja y pega.
Estoy convencida, que la diferencia entre una crítica constructiva y una destructiva estriba para empezar en comunicar con buena intención y respeto, porque en todo caso debiera tratarse de criticar no por burla o satisfacción propia o despecho, y mucho menos por el “quítate tú para ponerme yo” y por supuesto hacerlo en el tono adecuado, la bilis y el ácido en exceso nunca fueron saludables para ningún sistema digestivo que se precie.
Y siendo bien cierto que la diferencia entre una crítica constructiva y una destructiva reside en el fin de la misma, puesto que la crítica constructiva se preocupa por aportar la destructiva hace todo lo contrario, también lo es lamentablemente que la desesperanza se apodera cada día un poquito más de todos nosotros .
Hay incluso quien ha escrito considerando que en la política y en la guerra se hace uso de ciertas estrategias que pueden generar en los disidentes, opositores y/o enemigos, esa impotencia aprendida para desmoralizarlos y evitar iniciativas resistentes a los abusos de poder. En cualquier caso, lo ciertamente innegable es que ese caer en la desvinculación por completo y quedarnos en el “No hay nada que hacer" cayendo en la tentación de percibirlo todo como algo ajeno y sobre lo cual no tenemos influencia alguna, evidentemente tampoco nos conduce a ninguna parte.
Poco ayuda la impotencia sentida al no poder ni tan siquiera participar en igualdad de condiciones con tu voto en un sistema con una ley electoral que te castiga y empequeñece en función a quien votas y donde.

Y supongo que sí, que en ocasiones es dificilísimo en los tiempo que corren
no ser populista y no destilar aversión por las élites económicas
especulativas y no denunciar la corrupción política a bombo y platillo, con la boca llena de asco y rasgándose las vestiduras por la sensación de indefensión.

Pero es que como hay quien bien dice , a aquellos que nos espetan de populistas y demagogos porque denunciamos y nos quejamos de lo que otros consideran OBVIO, debemos recordarles, por un lado que no podemos dejar de contemplar y recordar que no siempre es tan OBVIO para todos. Y lo más importante, jamás podemos olvidar que EL QUE CALLA OTORGA.

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