Vayamos por partes, como dijo Jack el destripador, disculpadme la licencia que creo viene como anillo al dedo dada la coyuntura. Por un lado parece evidente que el modelo está agotado y tratar de sobrevivir con despilfarro público ya no es posible. “The game is over”, ni AVEs, ni Aeropuertos vacíos, ni despropósitos varios a mayor gloria de la casta política reinante, todo ello tiene sus días contados, amen.
Por otro, las condiciones de acceso a la financiación de familias y empresas sigue sufriendo un progresivo endurecimiento sin retorno, el ciudadanito se ve obligado a cerrar negocio por equivocarse en su gestión pero por el contrario la banca equivocándose en la gestión irresponsable de un dinero que ni siquiera es suyo es salvada in extremis reiteradamente por todos y se busca como solución a un sobreendeudamiento privado instigado por la banca privada, prohibir la deuda pública.
Además, contemplamos imperturbables, como Gobiernos autonómicos bien encorsetados en banderas, himnos y parafernalias identitarias optan por mostrarse fuerte con los débiles y débiles con los fuertes. Eliminando el impuesto de sucesiones, pero cortando hilos con las tijeras de podar en el supuesto fraude en la renta mínima, agravio comparativo con la desidia del tratamiento del fraude del Palau de la Música por ejemplo, toda una paradoja. Una más del estimado Masnostijeras y sus recortes en sanidad y educación para salvaguardar el estado del bienestar, soberana incongruencia.
Y en el otro extremo de la cuerda que se estira y estira hasta romperla, los ciudadanitos, nosotros, desubicados, desesperanzados y zarandeados con proclamas varias al más puro estilo patata caliente,¡¡Pásala¡¡
A quienes el formato del modelo parece que nos preocupa bien poco, pero que sí nos quita el sueño sentirnos de algún modo agraviados ante la falta de “IGUALDAD” y quizás "libertad”. Queremos ser iguales que cualquier otro ciudadano, y tener los mismo derechos y obligaciones. (La denostada fraternidad nos la dejamos que anda muy malita la cosa,¿no? y además hablar de solidaridad parece que exalta y hiere ciertas sensibilidades).
Por otro, las condiciones de acceso a la financiación de familias y empresas sigue sufriendo un progresivo endurecimiento sin retorno, el ciudadanito se ve obligado a cerrar negocio por equivocarse en su gestión pero por el contrario la banca equivocándose en la gestión irresponsable de un dinero que ni siquiera es suyo es salvada in extremis reiteradamente por todos y se busca como solución a un sobreendeudamiento privado instigado por la banca privada, prohibir la deuda pública.
Además, contemplamos imperturbables, como Gobiernos autonómicos bien encorsetados en banderas, himnos y parafernalias identitarias optan por mostrarse fuerte con los débiles y débiles con los fuertes. Eliminando el impuesto de sucesiones, pero cortando hilos con las tijeras de podar en el supuesto fraude en la renta mínima, agravio comparativo con la desidia del tratamiento del fraude del Palau de la Música por ejemplo, toda una paradoja. Una más del estimado Masnostijeras y sus recortes en sanidad y educación para salvaguardar el estado del bienestar, soberana incongruencia.
Y en el otro extremo de la cuerda que se estira y estira hasta romperla, los ciudadanitos, nosotros, desubicados, desesperanzados y zarandeados con proclamas varias al más puro estilo patata caliente,¡¡Pásala¡¡
A quienes el formato del modelo parece que nos preocupa bien poco, pero que sí nos quita el sueño sentirnos de algún modo agraviados ante la falta de “IGUALDAD” y quizás "libertad”. Queremos ser iguales que cualquier otro ciudadano, y tener los mismo derechos y obligaciones. (La denostada fraternidad nos la dejamos que anda muy malita la cosa,¿no? y además hablar de solidaridad parece que exalta y hiere ciertas sensibilidades).
Se nos instruye y alecciona a que el agravio comparativo es un hecho en nuestros días, que no es lo mismo vivir aquí que allá. Que “Madrid” nos roba se nos dice, obviando por completo las responsabilidades autóctonas de esas cuestiones diferenciadoras, y no se menciona quien gestiona esas competencias, las que se supone que son mejores allá que aquí, vaya ser que se nos ocurra pedir responsabilidades a quien no sabe gestionarlas. Y es que quizás, antes de reclamar más dinero "papa", como cantaba la canción, quizás “debiera o debiesemos aprender a administrar mejor ”. Y después con los deberes bien hechos nos sentamos entre todos a revisar quien paga qué, pero no por el ansia de esto lo hago yo que es mi casa, si no porque así se hace mejor, tanto da quien lo haga, el ciudadanito de a pie por delante del territorio. Ideas raras que una tiene, no tengo remedio, lo se.
En definitiva, ya resulta cansina la cantinela de clamar al cielo bajo premisas de derechos adquiridos y luchas identitarias de territorio si se osa hablar de priorizar la igualdad en sanidad y educación por delante de la deficitaria autogestión en dichas aéreas de las CCAA.
¿No debería ser más importante el cómo y no el quién? Que se gestione bien, que tenga los mismo servicios que el resto de ciudadanos y que se dejen de tijeras oxidadas. A nadie se le escapa que repartir el trabajo siempre es más operativo y acercar las gestiones al usuario destinatario debería implicar siempre reducir costes así como adaptar la gestión a las necesidades intrínsecas y la casuística de cada entorno, pero no a costa de clonar administración cual oveja Dolly y convertirlas en un cáncer, cual células mutantes en crecimiento permanente con el objeto de dar de mamar a demasiado parásito de la casta política reubicado.
Se hace imprescindible cambiar a los gestores por otros no contaminados con el modelo obsoleto y caduco, habida cuenta que seguir votando a la casta PPSOE PNV CIU y seguir entretenidos con las estériles, caducas y dicotómicas discusiones de izquierda-derecha y Nación-Nación no va a hacer que creemos las bases para vivir en una sociedad bien gestionada, por el contrario facilita e incita a que una casta minoritaria se aproveche del resto y al que le quede alguna duda, siempre le queda reclamar poder votar a quien al parecer realmente gobierna nuestro país, Ángela Merkel , visto lo visto.
En definitiva, ya resulta cansina la cantinela de clamar al cielo bajo premisas de derechos adquiridos y luchas identitarias de territorio si se osa hablar de priorizar la igualdad en sanidad y educación por delante de la deficitaria autogestión en dichas aéreas de las CCAA.
¿No debería ser más importante el cómo y no el quién? Que se gestione bien, que tenga los mismo servicios que el resto de ciudadanos y que se dejen de tijeras oxidadas. A nadie se le escapa que repartir el trabajo siempre es más operativo y acercar las gestiones al usuario destinatario debería implicar siempre reducir costes así como adaptar la gestión a las necesidades intrínsecas y la casuística de cada entorno, pero no a costa de clonar administración cual oveja Dolly y convertirlas en un cáncer, cual células mutantes en crecimiento permanente con el objeto de dar de mamar a demasiado parásito de la casta política reubicado.
Se hace imprescindible cambiar a los gestores por otros no contaminados con el modelo obsoleto y caduco, habida cuenta que seguir votando a la casta PPSOE PNV CIU y seguir entretenidos con las estériles, caducas y dicotómicas discusiones de izquierda-derecha y Nación-Nación no va a hacer que creemos las bases para vivir en una sociedad bien gestionada, por el contrario facilita e incita a que una casta minoritaria se aproveche del resto y al que le quede alguna duda, siempre le queda reclamar poder votar a quien al parecer realmente gobierna nuestro país, Ángela Merkel , visto lo visto.
La maxima de este pais es trabajar nada, y ganar mucho, ¿me gustaría saber, como podemos permitir los que trabajamos para poder comer que esto suceda?. Son muchos los que ganan a costa de los que se dejan las costillas y la vida en el trabajo. No sé, pero algo gordo terminará pasando, si no se toma ninguna medida, ya que estan matando al que mantiene esta situación ¿Y luego que?. Los ricos ni ganan ni pierden. Pero la clase media tiende a desaparecer, se lo tiene merecido, por acomodarse demasiado.
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