Escribía Oscar Wilde,"¡Ah! ¡Cosa terrible es sentir como propia la ajena culpa!", claro que no se yo si no es más terrible atribuir siempre la responsabilidad a lo ajeno.
Conozco un término que siempre me ha resultado fascinante para definir la percepción de una persona de lo que determina o en definitiva controla el rumbo de su vida; se llama Locus de Control (LC), que es el grado en que una persona percibe que el origen de eventos, sucesos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él.
A grandes rasgos existen dos extremos de locus de control son interno y externo. El Locus de control interno define que la percepción de la persona es que los sucesos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones, es decir la percepción que él mismo controla su vida con su esfuerzo, habilidad y responsabilidad personal .Y el Locus de control externo define que la percepción es que los sucesos ocurren como resultado del azar, el destino, la suerte o el poder y decisiones de otros, así que lo que sucede no tienen relación con el propio desempeño, no pueden ser controlados por esfuerzo y dedicación propios sino que se atribuyen siempre a responsabilidades principalmente de otras personas.
Siempre he considerado que atribuir la responsabilidad de lo que nos sucede en la vida a los demás no deja de ser un vano intento de tirar pelotas fuera, algo casi tan inútil como jugar a pasar la patata caliente, la cual por supuesto siempre vuelve y normalmente ya en estado por así decirlo casi carbonizada. Claro que yo siempre he sido de un rasgo claramente LC interno, cuestión de rasgos supongo.
Por eso soy de la opinión que flaco favor se hace a si mismo el que justifica por ejemplo un flagrante SUSPENSO, con premisas vanas y fatuas como argumentar que el profesor te tiene manía y no te da cancha o que el examen es demasiado difícil, cuando lo que realmente ha sucedido es que no has ido a clase en todo el curso y encima pretendes aprobar estudiando justo la noche antes o con los apuntes prestados, por muy de color rosa que los pintes.
De igual modo, considero fatuo e irresponsable, argumentar las graves carencias que actualmente adolece nuestra sociedad en empatía, solidaridad y las enormes perdidas en protección social y en desarrollo comunitario, como consecuencia de las circunstancias de la coyuntura mundial.
Porque de ser así ¿De quien es entonces la responsabilidad de perpetuar y consolidar valores como la solidaridad, la empatía, la abierta comunicación , la honradez, la confianza, la libertad, la justicia, la EQUIDAD en mayúsculas, garantizar la igualdad, evitar los desequilibrios del poder político, maximizar la participación ciudadana y la protección de la democracia, velar por la protección de la salud, disminuir la violencia y crear y mantener las infrastructuras públicas?
¿Es también responabilidad de la coyuntura mundial? Eso argumentarán algunos, o es más, habrá incluso quizás quien atribuya su falta a la responsabilidad del famoso expolio fiscal, en fin, pelotas fuera.
Me temo todos ellos considero valores y realidades en definitiva dependientes de la competencia y eficacia de nuestras administraciónes y gobiernos.
Ays señor, en definitiva y tal y como dice Franz Grillparzer;”Existe todavía un remedio para cualquier culpa: reconocerla”.
Conozco un término que siempre me ha resultado fascinante para definir la percepción de una persona de lo que determina o en definitiva controla el rumbo de su vida; se llama Locus de Control (LC), que es el grado en que una persona percibe que el origen de eventos, sucesos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él.
A grandes rasgos existen dos extremos de locus de control son interno y externo. El Locus de control interno define que la percepción de la persona es que los sucesos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones, es decir la percepción que él mismo controla su vida con su esfuerzo, habilidad y responsabilidad personal .Y el Locus de control externo define que la percepción es que los sucesos ocurren como resultado del azar, el destino, la suerte o el poder y decisiones de otros, así que lo que sucede no tienen relación con el propio desempeño, no pueden ser controlados por esfuerzo y dedicación propios sino que se atribuyen siempre a responsabilidades principalmente de otras personas.
Siempre he considerado que atribuir la responsabilidad de lo que nos sucede en la vida a los demás no deja de ser un vano intento de tirar pelotas fuera, algo casi tan inútil como jugar a pasar la patata caliente, la cual por supuesto siempre vuelve y normalmente ya en estado por así decirlo casi carbonizada. Claro que yo siempre he sido de un rasgo claramente LC interno, cuestión de rasgos supongo.
Por eso soy de la opinión que flaco favor se hace a si mismo el que justifica por ejemplo un flagrante SUSPENSO, con premisas vanas y fatuas como argumentar que el profesor te tiene manía y no te da cancha o que el examen es demasiado difícil, cuando lo que realmente ha sucedido es que no has ido a clase en todo el curso y encima pretendes aprobar estudiando justo la noche antes o con los apuntes prestados, por muy de color rosa que los pintes.
De igual modo, considero fatuo e irresponsable, argumentar las graves carencias que actualmente adolece nuestra sociedad en empatía, solidaridad y las enormes perdidas en protección social y en desarrollo comunitario, como consecuencia de las circunstancias de la coyuntura mundial.
Porque de ser así ¿De quien es entonces la responsabilidad de perpetuar y consolidar valores como la solidaridad, la empatía, la abierta comunicación , la honradez, la confianza, la libertad, la justicia, la EQUIDAD en mayúsculas, garantizar la igualdad, evitar los desequilibrios del poder político, maximizar la participación ciudadana y la protección de la democracia, velar por la protección de la salud, disminuir la violencia y crear y mantener las infrastructuras públicas?
¿Es también responabilidad de la coyuntura mundial? Eso argumentarán algunos, o es más, habrá incluso quizás quien atribuya su falta a la responsabilidad del famoso expolio fiscal, en fin, pelotas fuera.
Me temo todos ellos considero valores y realidades en definitiva dependientes de la competencia y eficacia de nuestras administraciónes y gobiernos.
Ays señor, en definitiva y tal y como dice Franz Grillparzer;”Existe todavía un remedio para cualquier culpa: reconocerla”.
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