He de reconocer empieza a resultarme escalofriante esa desazonadora
sensación cada vez más recurrente que me imbuye cuando leo y/o escucho
las noticias de mi entorno. Tengo la impresión o sensación de no vivir en
la misma realidad a la que hacen referencia, como si mi existencia se hubiera o
hubiese encapsulado en una dimensión desconocida.
Al principio creí que era la casta política la que así vivía, al margen de las vicisitudes del ciudadanito de a pie, en su castillo de cristal , quizás de naipes como se descuiden, pero cada vez me doy más cuenta que en realidad debo ser yo la desconectada del universo, con una realidad ocasional.
Anecdótico e inusual debe ser que tras la reiterada búsqueda activa de empleo no haya tenido éxito, ya que escucho a usía el Sr presidente del gobierno, vanagloriarse de que la reforma laboral da sus frutos, aunque a mi de fruta no me caiga ninguna, puede que yo aun no haya caído del árbol, verde que está una será.
O igualmente excepcional debe ser mi opinión vivencial sobre el debate generado entorno a "el contrato único". Me troncho, me mondo y todos los males me cogen cuando escucho a contertulianos y sabedores de bien escandalizándose o rasgándose las vestiduras.
Porque vamos a ver,¿Exactamente de qué estamos hablando?¿ Del contrato único = despido libre? Siendo así no hay más que hablar, apaga y vámonos, ¿no?.
Aunque en mi realidad paralela, quizás haya otras cuestiones de fondo en dicho debate y negar la mayor , es ya no simplificar, si no obviar o esconder una lamentable situación en la que vivimos en la otra dimensión.
Una dimensión donde habitamos atrapados y condenados tres tipos de peoncitos.
Al principio creí que era la casta política la que así vivía, al margen de las vicisitudes del ciudadanito de a pie, en su castillo de cristal , quizás de naipes como se descuiden, pero cada vez me doy más cuenta que en realidad debo ser yo la desconectada del universo, con una realidad ocasional.
Anecdótico e inusual debe ser que tras la reiterada búsqueda activa de empleo no haya tenido éxito, ya que escucho a usía el Sr presidente del gobierno, vanagloriarse de que la reforma laboral da sus frutos, aunque a mi de fruta no me caiga ninguna, puede que yo aun no haya caído del árbol, verde que está una será.
O igualmente excepcional debe ser mi opinión vivencial sobre el debate generado entorno a "el contrato único". Me troncho, me mondo y todos los males me cogen cuando escucho a contertulianos y sabedores de bien escandalizándose o rasgándose las vestiduras.
Porque vamos a ver,¿Exactamente de qué estamos hablando?¿ Del contrato único = despido libre? Siendo así no hay más que hablar, apaga y vámonos, ¿no?.
Aunque en mi realidad paralela, quizás haya otras cuestiones de fondo en dicho debate y negar la mayor , es ya no simplificar, si no obviar o esconder una lamentable situación en la que vivimos en la otra dimensión.
Una dimensión donde habitamos atrapados y condenados tres tipos de peoncitos.
Por un lado , los que con contrato
indefinido o blindado,(sírvase aquí toda suerte de pedorretas y risas
jocosas al uso) mal trabajan , a menudo en un puesto de trabajo “desgustado”. Y
asqueados, puteados y desgraciados perduran amorrados sin capacidad para
cambiar la situación sobreviviendo en una lastimosa espera, de la cual
demasiado a menudo viene produciéndose dos tipos de desenlaces, de los cuales
no se bien qué es peor ; o la pérdida
del puesto de trabajo y la espera de indemnizaciones o cobros dilatados en el
tiempo y los juzgados que nunca llegan, o los que hemos sido sometidos al
maltrato que supone un mobbing continuado en el tiempo, cuyo final es la
cesión y abdicación bajo el coste de la propia salud y la pérdida de prácticamente
la totalidad de la indemnización, con el sentimiento de vergüenza y humillación
que eso te comporta.
En el otro lado se encuentran, los cual holandés errante, cuya vida laboral se
desarrolla en constante movimiento, encadenan contratos temporales en una consecución constante hasta aparentemente el
infinito, sin derecho a nada más que palmaditas en la espalda en el mismo
momento de la despedida, tras recibir la aseveración de que pese a ser un
excelente trabajador la posibilidad de continuar resulta imposible por la
imposibilidad de seguir encadenando contratos temporales, de recibo el tema.
Y por último, los del actual espacio surrealista, ese tan en boga últimamente
donde ya desde el momento del proceso de selección te ofrecen condiciones tan
alejadas del debate sobre el contrato único como las siguientes.
Jornadas maratonianas donde las horas extras sin coste son el componente
explicito e inherente al puesto de trabajo según te lo definen.
Puestos de trabajo donde el convenio colectivo de referencia es el “sin
convenio” que permite trabajar 21 días seguidos, festivos y en turnos rotativos
pero sin plus alguno.
O mi favorito, el puesto de trabajo que solo cotiza 3 horitas y las
otras 6 horas son en negro porque, hay que apretarse el cinturón colectivamente
te aducen, y porque incluso hay quien te argumenta se niega a seguir aportando a un
estado colonizador que maltrata económicamente con sus balanzas fiscales a la patria, "itaca terra promesa" bla, bla,bla…(Experiencias surrealistas haberlas hay las).
Para los que ya habitamos en esa dimensión, no solo queremos , si no exigimos
un contrato único en el cual, la indemnización sea para todo el mundo igual ,real, tangible, progresiva y condicionada al momento
del despido al margen del tipo de epígrafe que en la gestión laboral le
atribuyan, pero sobre todo anhelamos un contrato laboral , o lo que es lo
mismo, un puesto de trabajo real, tangible y sostenible.