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jueves, agosto 26, 2010

El susto de la factura del agua.

Recién acabo de consultar mi e-mail y tomo conciencia de lo que nos gusta recibir noticias. Que momento de expectación se genera cuando abres tu programa de correo y este en función de su capacidad, el mío no mucha la verdad, te va informando que tienes e-mails recibiendo. Pero no tiene ni punto de comparación al momento de gran interés que genera abrir el buzón y tener una carta, pero una con contenido, o mejor dicho, con otro contenido que no sea una factura o un comunicado del banco.De esas no agrada en absoluto encontrarse. Ayer mismo inicié una de esas conversaciones de escaleras de vecinos recogiendo las cartas del buzón, o para ser más exacto recogiendo facturas del buzón. Sí, de esas conversaciones de vecinos que a mi tanto me gustan y que tanto me dan que pensar, claro que yo me distraigo pensando hasta con una mosca, como solía decirme una profesora que tenía siendo ya bien chiquita. Dispersa que es una, que le vamos a hacer. Volviendo a las facturas, ayer recibíamos colectivamente al parecer la factura del agua, y se generaba ese clamor colectivo que reza más o menos un ; …” aaaisss lo que no deja de subir es el agua, ¿Verdad nena?”... Es bien cierto, uno no deja de tener todo el tiempo la sensación de que cada vez paga más agua. Hasta ese punto todos estamos de acuerdo, a partir de ahí se genera toda una divagación colectiva cuando miramos el detalle del pago, e intentamos darle una explicación.La de vueltas que le dimos a la puñetera factura. Y es que , exactamente ¿Qué es lo que pagamos? A parte del consumo por supuesto,pagamos el canon del ciclo del agua y el TMTR, y una vez al año un “servicio de mantenimiento”¿¿??. Al parecer se trata de impuestos o cánones especiales sobre el agua. En Cataluña, se recauda la no despreciable cifra estimada de 320 millones de euros. El canon del agua, se recauda por cuenta de la Agencia Catalana del agua, y además han creado un canon centralizado de saneamiento y depuración de aguas residuales. Un ámbito que, en principio, es municipal, pero que gestiona de forma centralizada la comunidad, el TMTR. Tasa Metropolitana de tratamiento de residuos Municipales. O sea que disponemos de una cuota de servicio (parecida a la de potencia en el suministro eléctrico) y una cuota de consumo que recoge la demanda con una estructura tarifada por bloques de consumo. Son en definitiva un tipo de cuotas o gravamen (€/m3) que se aplica bajo unos coeficientes que penalizan el consumo por encima del mínimo. El resto es tasa e impuesto que va a parar a diferentes administraciones. Así que lo que ha aumentado de forma más importante no es el precio del agua, sino la contribución de los ciudadanitos a la resolución de los problemas tanto de disponibilidad como de calidad del agua. Parece del todo razonable pensar que los costes del servicio que están relacionados con la captación, embalses, potabilización y distribución, así como los costes de tratamiento de aguas residuales: alcantarillado y saneamiento partan del pago de nuestros impuestos. No obstante esto debería implicar no solamente disponer de las adecuadas plantas potabilizadoras y plantas de saneamiento residual que tan efusivamente se empeñan en mostrarnos públicamente nuestras administraciones, si no también poder percibir que parte de ese coste repercute directamente sobre el correcto mantenimiento de la distribución y conducción de la red doméstica. Y esto no está siendo así. Permanentes cortes, fugas, pérdidas de caudal y presión, nos someten a todo tipo de contratiempos especialmente en algunas zonas más que otras. El malestar en la calle a ese respecto es sencillo de entender “Cada vez pago más y tengo menos calidad de servicio”. Y lo cierto es que actualmente las infraestructuras no se mantienen, una política de precios real es inexistente, el agua no se mide, ni la gestión de la demanda, las redes de distribución urbana son deficitarias y están en malas condiciones. Al margen de la sensibilización ciudadana y compromiso social con los “impuestos verdes”, no podemos obviar que si la degradación ambiental es continua, no se atribuye solo a los efectos externos, sino evidentemente también a la forma en que se han aplicado las políticas de actuación o control ambiental: la provisión pública de servicios ambientales, la regulación, la introducción de impuestos, etc. No pienso caer en la tentación de poner el grito en el cielo pensando en fiscalidad ambiental vers afán recaudatorio,ya que tradicionalmente, el camino seguido para alcanzar un determinado objetivo medioambiental ha consistido en recurrir a la aplicación de instrumentos de control como : impuestos, reglamentación, y subasta de permisos.(De estos últimos mejor ni hablar, no existen criterios unificados en tasas municipales,como ejemplo las autorizaciones en materia medioambiental, tiene un coste de la adaptación que puede oscilar entre 4.000 y 80.000 euros, disparidad estas de criterios a la hora de aplicar la normativa municipal, aplicación ley 3/98 de intervención integral de la administración ambiental, aspecto este trascendental además si tenemos en cuenta que en Cataluña la exigencia se extiende también a todas las pymes).
Por otro lado si un impuesto verde refleja la capacidad de la tasa para cambiar comportamientos contaminantes y el efecto real de estos tributos sobre la actividad, entonces el ideal es el que cobrará finalmente cero, porque su recaudación debe cubrir el impacto de esas actividades sobre la naturaleza. Y esto me temo queda muy muy lejano,quizás lo propio sería no renunciar a disponer de tributos verdes que generen “incentivos” para reducir la contaminación y, a su vez, estimulen “a medio plazo la recaudación” pero con el proposito de reducción del consumo por medio de la aplicación de políticas rigurosas de ahorro y eficiencia, que permitan un correcto mantenimiento.
No obstante que duda cabe que la piedra angular para optimizar y economizar los recursos depende de la existencia de una conciencia realista de respeto y convivencia con el entorno, por parte de todas las personas que viven y utilizan el espacio rural y los recursos naturales. Que sin duda dependerán del desarrollo de programas de información – sensibilización – formación de la ciudadanía que se inicien desde los niveles primarios de la educación de las personas y se expandan a todos los sectores de la ciudadanía, para poder establecer las bases de una auténtica conciencia y política medioambiental. Ya no será tan necesario reglamentar y prohibir como fomentar, orientar y gestionar. "Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo"(Thomas Edison)

jueves, agosto 19, 2010

La fábula de los hombres ciegos y el elefante.


Se hallaba el Buda en el bosque de Jeta cuando llegaron un buen número de ascetas de diferentes escuelas metafísicas y tendencias filosóficas.
En aquel momento discutían entre ellos acerca de sus libros santos y se había formado una disputa que no conseguían resolver. Llegando a reñir y enemistar unos con otros, diciéndose mutuamente: ''Esto que sabemos es ley; lo que sabéis vosotros, ¿cómo puede ser la ley? Lo que nosotros sabemos está de acuerdo con la doctrina; lo que vosotros sabéis ¿cómo puede estar de acuerdo con la doctrina? Lo que debe decirse después, vosotros lo decís antes. Vuestra ciencia es vana y no tenéis el menor conocimiento''. Era así como repartían los golpes con el arma de la lengua y, por un golpe recibido devolvían tres...(Polémica, polémica y más polémica, suena ¿No?)
Todo ello fue oído por un grupo de monjes del Buda, que relataron luego el incidente al maestro y le pidieron aclaración. El Buda les pidió que se sentaran tranquilamente a su lado, y habló así:
–Monjes, esos disidentes son ciegos que no ven, que desconocen tanto la verdad como la no verdad, tanto lo real como lo no real. Ignorantes, polemizan y se enzarzan como me habéis relatado. Ahora os contaré un suceso de los tiempos antiguos. Había un maharajá que mandó reunir a todos los ciegos que había en Sabathi y pidió que los pusieran ante un elefante y que contasen, al ir tocando al elefante, qué les parecía.
El primer hombre ciego alargó sus manos frente a él y tocó el inmenso lado del animal. “Este elefante es como una pared alta y fuerte,” dijo el ciego.
El segundo hombre, quien estaba parado cerca de la cabeza del elefante, puso sus manos en uno de los largos y filudos colmillos. “¿Una pared? ¡No! Yo diría que es más como una lanza.”
El tercer hombre abrazó una de las patas del elefante con ambos brazos. “No quisiera contradecirlos,” dijo, “pero estoy seguro que el elefante es como un árbol.”
El cuarto hombre por casualidad tocó la oreja del elefante. “Todos ustedes están equivocados,” dijo él. “El elefante es en realidad muy parecido a un abanico.”
El quinto hombre estaba parado él solo por el otro extremo del elefante. Y por casualidad cogió la cola del animal. “Yo no entiendo esta confusión,” dijo él. “Estoy seguramente correcto al decir que el elefante es como una soga.”Bueno, este elefante era un poco juguetón, así que le hizo cosquillas al sexto hombre con su trompa. El hombre, asustado, apartó lejos de si la trompa, y dijo temblando, “¡Por favor manténganse en calma pero les juro que el elefante es en realidad una culebra muy grande!”
“¡Tonterías!” dijeron los otros. Aún así, todos se fueron alejando calladamente, y nunca hicieron el esfuerzo de pensar en conjunto lo que verdaderamente es un elefante.
El Buda hizo una pausa y rompió el silencio para concluir:
–Monjes, así son esos ascetas: ciegos, desconocedores de la verdad, que, sin embargo, sostienen sus creencias.

La visión parcial entraña más desconocimiento que conocimiento.
(Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” )


El fomento de la comunicación y ser capaz de escuchar sin caer en la descalificación,es al parecer hoy día un auténtico arte que muy pocos dominan.
No caer en la tentación de posicionarnos y apoltronarnos en nuestras perspectivas de la realidad, al disponer exclusivamente de la información que nuestras experiencias nos han dado, o por ende la falta de ellas.Y consecuentemente validar la información que los medios nos facilitan como única y verdadera nos llevará irremediablemente a posicionarnos cual ciegos ante un elefante.
Lamentablemente el negro y el blanco son colores excepcionales en nuestros días y lo que mayoritariamente predomina es el gris. Como se suele decir, las cosas no son nunca ni blancas ni negras, y no podemos obviar que no disponer de toda la información nos sesga irremediablemente en nuestras percepciones.
El respeto y la tolerancia se hacen hoy día más imprescindibles si cabe a la hora de valorar y juzgar .Esa tendencia al posicionamiento bajo un efecto centrífugo que no centrípeto nos aliena como personas objetivas y razonables y nos conduce a menudo incluso a las descalificaciones personales.
LA COMUNICACIÓN en mayúsculas, y la EMPATIA son ese bien máximo a alcanzar ,si no queremos caer en el egocentrismo como definición del individuo en nuestra sociedad, en pro de alcanzar el sociocentrismo identitario.

http://www.youtube.com/watch?v=YLI5W-tvPys

viernes, agosto 13, 2010

Desesperanza


Que duda cabe que la vida, en ocasiones dependiendo de cómo se viva, puede sin duda llegar a ser un sinfín de experiencias frustrantes, dolorosas y desalentadoras, y aunque el hecho que así sea depende de muchas variables y causas diversas, a menudo los aspectos sociales o políticos, colaboran, haciendo que nos veamos inmersos en grandes carencias de recursos que comporten una reducción al mínimo nuestra calidad de vida como poco.
No obstante no podemos obviar que pese a ello, existe otro factor, el psicológico, como agente causal principal para la reducción del éxito y la felicidad. Entre otros, un concepto psicológico muy interesante en esa línea de razonamiento es el de “desesperanza adquirida”. De la “desesperanza” ya Nietzsche, la consideraba “la enfermedad del alma moderna”. Embriagados en frustración e impotencia, estando en estado de desesperanza se suele percibir que no es posible de ninguna manera lograr una meta, remediar o solucionar alguna situación negativa o problema, considerándose a la vez: atrapado, limitado, agobiadísimo…
“Pero desesperanza no es ni decepción ni desesperación. La decepción es la percepción de una expectativa defraudada, la desesperación es la pérdida de la paciencia y de la paz, un estado ansioso, angustiante que hace al futuro una posibilidad atemorizante. La desesperanza, por su parte, es la percepción de una imposibilidad de logro, la idea de que no hay nada que hacer, ni ahora, ni nunca, lo que plantea una resignación forzada y el abandono de la ambición y del sueño. Y es justamente ese sentido absolutista, lo que le hace aparecer como un estado perjudicial y nefasto.”
En relación a este concepto el psicólogo y profesor Martín Seligman, estudió un fenómeno que llamó impotencia aprendida, que podemos percibir contenida en la frase “No hay nada que hacer o NO puedo”, aquel que sufre de impotencia aprendida suele responder de inmediato diciendo “No sé, NO, NO “categóricamente, tras lo cual pasan a dar todas las razones por las cuales No es posible.
Seligman realizó unos experimentos a partir de 1967. Introducía a un grupo de perros en una jaula, a los cuales enviaban electroshocks aleatorios a través del suelo de ésta. (Sin comentarios)
• Los perros de un primer grupo podían detener dichas descargas realizando alguna acción in situ que, por aprendizaje, repetían. No podían evitar los electroshocks, pero podían detenerlos momentáneamente, teniendo más o menos cierto control de la situación.
• A un segundo grupo de perros, en cambio, no se les dio la opción a detener las descargas de su jaula. Éstas se paraban de forma aleatoria, hicieran lo que hicieran ellos.
En una segunda fase del experimento utilizaron otra jaula. Para evitar los electroshocks, los perros sólo tenían que saltar una valla divisora que había en la jaula, para llegar a un compartimento seguro.
• Primero hicieron la prueba con un grupo de perros que nunca habían estado expuestos al experimento anterior. Éstos enseguida saltaron al otro lado de la jaula para ponerse a salvo.
• El segundo grupo, los que aprendieron que podían controlar la situación, intentaron lo aprendido anteriormente y realizaron la acción in situ que creían que también les permitiría detener las descargas. Al no conseguirlo, buscaron otra acción, que fue saltar al otro lado para ponerse a salvo.
• Por último, el otro grupo de perros, los que nunca podían hacer nada por evitar los electroshocks, simplemente se echaron al suelo y gimieron, aceptando tristemente su destino. Nunca supieron que esta vez sí podían salvarse, porque ni siquiera intentaron saltar y buscar alternativas. Se dieron por vencidos directamente.
En parámetros humanos, en su paralelismo, los científicos fueron capaces de demostrar el Síndrome de impotencia aprendida: el individuo, frente a la adversidad, puede llegar a aprender a rendirse y renuncia a luchar condicionado por el pasado, aún cuando las circunstancias presentes ofrecen indicios de una posible "salida".
Hay quien considera que actualmente en la política y en la guerra se hace uso de ciertas estrategias que pueden generar en los disidentes, opositores y/o enemigos, esa impotencia aprendida para desmoralizarlos y evitar iniciativas resistentes a los abusos de poder.
Pero lo realmente cierto, es que excepto en casos extremos, en catástrofes naturales o eventos críticos inesperados, en general a menudo lo que vemos como “problema” nace de una percepción mental que surge cuando evaluamos una situación en función de nuestras posibilidades de resolverlo. No es algo ajeno, y sobre lo cual no tenemos influencia alguna.
De hecho a raíz de estudios como ese, surge la teoría de la Resiliencia, esa capacidad para recuperarse y sobreponerse con éxito a la adversidad. un mecanismo de autoprotección
Es la capacidad de una persona o de un grupo para desarrollarse bien, para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves.
Pero la resiliencia no es una cuestión individual, del sujeto aislado, es el resultado de un tejido de relaciones y experiencias que facilitan la capacidad de vencer obstáculos, con voluntad, motivación y esperanza.
El cambio revolucionario que el criterio de la resiliencia está produciendo consiste en ver de otra manera la realidad, de despertar la convicción de que es posible superarse y luchar por una vida digna.
Un cambio es posible, necesario e indispensable, y SÍ, no solo no es ajeno, si no que está en nuestras manos con los elementos democráticos disponibles realizarlo.