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lunes, marzo 22, 2010

Etiquetas y prejuicios.



Querido Max,

No quisiera dejar escapar la oportunidad de explicarte los motivos que me llevan a dar ese paso que puedes considerar cuestionable, déjame que te cuente, que te explique y argumente, no pretendo convencerte ni acallarte, pero al menos dame la oportunidad de explicarte para que puedas conocerme y así cuando me cuestiones y critiques, lo hagas sobre mis opiniones y no sobre lo que otros dicen que yo opino.
En estos días leía sendos artículos de opinión en el periódico, relativos a los cambios que toda persona que se precie a lo largo de su vida va sufriendo en relación a su manera de pensar o ver la sociedad en la que vivimos. En ellos reflexionaban sobre la tendencia a medida que los años hacen mella en nosotros, a posicionarnos en posturas menos rebeldes y radicales para pasar a posturas mas conservadoras, sobre esa supuesta progresión a medida que el ser humano se hace mayor de esa tópica frase que dice “ya me dirás si lo ves igual cuando te hagas mayor”. Si bien es cierto que el tiempo pasa y modula nuestro “taranna” o manera de hacer, como simple ciudadanita de a pie, desconozco los entresijos y mensajes profundos de los conceptos intrínsecos en las definiciones de derecha e izquierda, y también es cierto que por mi también pasa el tiempo, pero ni por asomo se me ocurriría definirte mi postura política en términos de orientación espacial, eso es demasiado complejo para una simple persona de la calle como yo. ¿De derechas?¿De izquierdas?

Sí se que como he leído en otro artículo, que”el carnet de socialismo no lo da el PSOE, ni tampoco el PP el de liberal “por ejemplo. La realidad no se reduce a uno u otro, izquierda o derecha, y ninguno de ellos ni otros nos deben o pueden tejer el traje de la ideología que tenemos, las etiquetas deben servir para poder orientarnos a la hora de comunicarnos cuando queremos tener referentes comunes pero no nos deben atar y delimitar en cajones estancos.
Creo que no soy una excepción si digo que la polaridad constante con el juego de pin pon permanente al que nos someten nuestro poderes políticos resulta de lo más cansino, “que si tu, que si yo, que si el otro”...
Muchas de las controversias que se traen entre manos me resultan ajenas y extrañas, y nada tienen que ver con mi día a día, con llegar a fin de mes, con poder conservar mi puesto de trabajo, con poder recibir un tratamiento médico adecuado con diligencia y prontitud, con lidiar con el fracaso escolar de nuestros hijos y su desencanto absoluto, con no sentir que los frutos de mi trabajo se exprimen en cuotas, pagos, multas para mantener una administración pueril e inoperativa.
Cuando era adolescente, descubrí una frase que leía “La verdadera locura no es otra cosa que la sabiduría misma que cansada de descubrir las vergüenzas del mundo ha tomado la inteligente resolución de volverse loca”.
Yo he tomado la resolución, no se si inteligente o no, de pasar a la acción, de abandonar la postura de la queja constante y el desaliento, y aportar mi pequeñito grano de arena, de participar en el juego democrático de una manera activa, con la ilusión de llevar a la gestión política, los asuntos "de los que normalmente se hablaba en la cafetería o en casa” y dar mi apoyo a aquellos que los llevan cada día al parlamento o al congreso.
Por todo ello, querido Max, te ruego no me etiquetes y esteriotipes sin conocer antes mis opiniones, propuestas e intenciones.

Montse Tonda

Militante de UPYD y simple ciudadanita de a pie.